El estelar base de los Vaqueros comparte cuál es una de las grandes inspiraciones en su vida como padre del pequeño Damián: “Que mi hijo crezca diciendo que yo estuve presente física y emocionalmente”
El niño Damián, de 4 años, acababa de terminar una merienda y, de inmediato, comenzó a patear un pequeño balón de fútbol en la sala del apartamento para jugar junto a su progenitor.
Las piernas de su padre se convierten en los arcos de una portería en el intento del enérgico y sonriente pequeño de anotar.
De momento: ¡Gollllllllllll!
Y es momento de festejar la anotación.
Padre e hijo realizan unos saludos personalizados, tal como hace el canastero cuando saluda a sus compañeros de equipo en el Baloncesto Superior Nacional (BSN).
Es una de las dinámicas que el estelar armador de los Vaqueros de Bayamón, Ángel Rodríguez, vive diariamente con su pequeño. Es el único hijo de Rodríguez junto a esposa Jesenia Rodríguez.
Con motivo al Día de los Padres, Rodríguez recibió a El Nuevo Día en su hogar temporero en Hato Rey para hablar de su rol como progenitor.
Con los juguetes alrededor de la sala del apartamento, Damián se siente como en casa. La residencia principal de la familia es en Miami, Florida. Desde que el niño nació, la familia Rodríguez se ha movido a diferentes lugares debido a la carrera baloncelística del otrora Jugador Más Valioso y dos veces campeón del BSN.
La mudanza más reciente fue a Bélgica a principios de año, donde Rodríguez jugó hasta el mes pasado con el club RSW Liege Basket. El plan es volver en 2024.
“Honestamente, creo que con cualquier otro niño esperaría que fuera un reto mayor”, expresó Rodríguez sobre la adaptación de Damián en un país extranjero.
“Ha hecho la transición bastante fácil y cómoda. Creo que lo que complica a veces las cosas es que constantemente tienes que buscar maneras de decorarle el cuarto para que él se sienta: “Wow, es algo nuevo, pero me gusta”. Si te dejas llevar mucho porque solo vas a estar allí tres meses, no vas a hacer el sacrificio de comprar bastantes cosas sabiendo que quizás las dejes atrás y no vuelvas. Yo voy a volver (a Bélgica) así que dejamos sus juguetes y las decoraciones guardadas allá”, agregó.
Sin amiguitos ni familiares alrededor en el exterior, Rodríguez sabe que debe dedicarle más atención al chico. Esto conlleva, por ejemplo, en vestirse completamente del superhéroe “Spider-Man” para brincar en la cama y ‘trepar’ paredes, además de ponerse máscaras de otros personajes y adentrarse en la imaginación de su hijo.
“Exige que la energía sea igual que la de él. Tienes que invertir más tiempo y estar más presente. Me encanta porque también hemos podido desarrollar una relación más cercana de lo que típicamente sería si fuese una experiencia tradicional, con una rutina en el mismo lugar y él con sus amistades. Va a querer jugar más con sus amigos que conmigo”, compartió Rodríguez.
Es un papel totalmente diferente al jugador serio que se ve en cancha para sacar lo mejor del quinteto de Bayamón.
“Me sale orgánico. Ese tipo de energía la puedo transmitir con mi hijo porque no me gusta ser el papá serio. Soy un papá relax y disfrutamos la vida. Así que siempre buscamos lo positivo. Se ha adaptado más fácil de lo que esperamos. No puedo pedir más de él y doy gracias a Dios. Cuando volvamos a Bélgica lo podremos en un colegio donde hablen su idioma completamente. Será más fácil invitar a sus amigos a casa a jugar”, agregó.
Para el exjugador nacional, la agenda en Puerto Rico es más complicada durante la temporada del BSN, con un calendario atropellado de tres a cuatro juegos a la semana y prácticas nocturnas. En Bélgica, el calendario era más flexible, con un partido a la semana y prácticas a las 11:00 a.m.
Era su rutina preferida, ya que luego de practicar, tenía todo la tarde y noche libre para estar con él.
“Aquí es un poco retante porque también tengo a mi familia que no lo ven todo el tiempo a él ni a mí. Así que todo el tiempo quieren estar alrededor de nosotros y tengo que dividir mi tiempo. A veces, cuando llego de práctica (de los Vaqueros) le digo a mi esposa que no lo acueste para llegar y yo hacerlo. Si no, es demasiado el tiempo que no lo veo. Pero nada, uno se ajusta y es parte del trabajo. El baloncesto no va a durar para siempre. Trato de verlo de ambas perspectivas y maximizarlo”, compartió Rodríguez.
El tiempo con Damián es prioridad para Rodríguez. A sus 30 años, hay un plan más o menos delineado sobre el futuro de su carrera para no perderse el crecimiento de su hijo.
“Me gustaría hacer esto de Europa dos o tres años más y después acercarme un poco más a Miami para que establezca una rutina escolar y tenga amigos. Algo más estable”, indicó.
Rodríguez no es el único padre-jugador activo en el BSN que hace malabares para pasar tiempo con su hijo (hijos) durante la exigente temporada.
¿Un consejo para tus colegas papás en el mundo del baloncesto?
“Creo que una de mis grandes inspiraciones es que mi hijo crezca diciendo que yo estuve presente física y emocionalmente. Que él pueda decir que yo soy su mejor amigo y se sienta completamente cómodo de decirme lo que sea, sea bueno o malo”, dijo.
“Todos tomamos nuestras propias decisiones y me encantaría ver a más padres lo más presente posible. Aunque uno piense que se adaptan, cuando sigan creciendo van a tener su propia conclusión de cuán presente uno estuvo. En mi opinión, ser un buen padre es el trabajo más subestimado que hay. Muchos aspiran a ser un jugador NBA o doctor. Para mí (ser un excelente padre), siempre ha sido una prioridad. Es una de las metas más duras en la vida”, reflexionó Rodríguez, quien ahora se prepara para el inicio de los cuartos de final desde el próximo martes en el Coliseo Rubén Rodríguez ante el ganador del choque decisivo entre Ponce y Mayagüez.
Fuente: elnuevodia.com / 17 de junio de 2023