Como todas las semanas, Yadiel Castro, de 13 años, llegó el pasado miércoles a la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Bayamón y se sintió en casa. Allí, tiene una cita en la que brinca, corre y hace una variedad de ejercicios en los laboratorios del Departamento de Educación Física Adaptada. “Me gustan todos los ejercicios”, dijo, al no poder especificar su preferido.
Manuel Díaz Rodríguez, de 49 años, es otro de los participantes del grupo de personas con impedimentos y diversidad funcional que recibe servicios de esta clínica. El programa, aunque está dirigido a niños y jóvenes de tres a 21 años con limitaciones físicas, mentales y de otro tipo, por la carencia de estos servicios a nivel isla, retiene casos como el de Manuel para asistirlos a largo plazo de forma gratuita.
“Me siento muy bien, me gusta”, contó Díaz Rodríguez, quien participa del taller desde febrero de 1995. Su madre, Ileana Rodríguez, asegura que los ejercicios semanales que Manuel practica han sido una gran terapia. Para las madres y padres de los participantes estos laboratorios, creados hace justo 40 años, representan un bálsamo por la gran necesidad de servicios. “Me enteré por otras madres, buscando alternativas para nuestros hijos. Y ha sido una bendición, especialmente porque ya él no está en la escuela. Viene una hora (a la semana), se ejercita y se relaciona con los maestros (del programa). Eso lo ayuda en otras áreas, estar con otras personas, relacionarse”, relató Wanda Desjardín, madre de Joseph Solero, de 25 años y quien nació con un trastorno congénito llamado Silver Russell que afecta el crecimiento.
Según Luis “Papo” Pizarro, coordinador de los Laboratorios Clínicos en Educación Física Especial y Elemental, estudiantes del Departamento de Educación Física Adaptada son los que proveen los servicios. La meta, dijo, es trabajar en el desarrollo de destrezas conductuales, cognoscitivas, sensoriales y ortopédicas, acorde a las necesidades de cada caso.
“Tengo padres que vienen de Luquillo, Canóvanas, Isabela, bueno, de toda la isla… Unos vienen a pie desde Toa Alta. En muchos casos, los padres (o madres) están solos porque en esta población (de familias con hijos con necesidades especiales) hay un índice de divorcio bien alto”, indicó, al contar que también atienden casos con impedimentos leves, severos o profundos.
El catedrático de la UPR explicó que cada semestre se ofrecen nueve laboratorios y, en cada uno, se atienden 10 participantes. Problemas sensoriales, trastorno del espectro autista, disturbios emocionales y trastorno oposicional desafiante son algunos casos que atienden, además de otros con limitaciones físicas mayores, como distrofia muscular, perlesía cerebral y síndrome de Down.
“Entre los beneficios, durante las evaluaciones identificamos si los diagnósticos son reales o no. Esto es más allá del deporte. Hemos encontrado, incluso, casos de (niños) superdotados”, dijo.
Experiencia Directa
Mario Vega Giboyeaux, director del Departamento de Educación Física Adaptada, explicó que los laboratorios dan a los estudiantes de este bachillerato una experiencia directa con la población que luego atenderán a nivel profesional. Este programa, dijo, nació en la década de 1980 y sus precursores fueron los profesores Mariano Santini Rivera, Humberto Cintrón, Sara Rodríguez y José Antonio Álvarez, entre otros. “Empezó en 1982 con ocho niños y ya han pasado por aquí más de 1,200 participantes”, resaltó.
Sin embargo, Vega Giboyeaux advirtió que mantener la operación del programa y sus laboratorios ha sido cuesta arriba por la carencia de unas instalaciones más apropiadas para los servicios que brindan y la población que atienden. Hace varios años, contó, se le asignaron unos fondos a la UPR en Bayamón para construir unas instalaciones donde el programa pudiera operar, incluyendo una piscina. Por razones que desconoce, dijo, la propuesta no se materializó.
“Ha sido una labor titánica, ante la falta de unas facilidades propias”, sostuvo, al señalar que el Municipio de Bayamón les facilitó la piscina del Complejo Deportivo Efraín Calcaño Alicea para brindar acuaterapia adaptaba a esta población.
El programa ofrece servicios en varios salones de la UPR en Bayamón, así como en su Sala de Usos Múltiples. También, brindan acuaterapia en la piscina de Bayamón, mientras algunos estudiantes del programa hacen su internado en la Fundación Carrusel, que ofrece equinoterapia en el Parque Julio Enrique Monagas. “Es difícil darlos de alta de un servicio porque ellos necesitan estar en actividades y tratamos de que los padres se queden. Hemos visto de todo, desde moverse a niños que antes no lo hacían hasta la pérdida de vidas porque algunos tienen condiciones degenerativas progresivas”, añadió, tras destacar el apoyo del rector de la UPR en Bayamón, Miguel Vélez Rubio.
Actualmente, sostuvo, se encuentran haciendo una evaluación secuencial del programa, con la posibilidad de aunar esfuerzos con otros programas académicos. Además, la facultad sigue buscando propuestas que fortalezcan el programa, a pesar de que no son fondos recurrentes.
“Esto es una experiencia especial y bien gratificante, poder darle ayuda a estos niños con la integración de la educación adaptada”, dijo Neycha Muñiz Ríos, estudiante de cuarto año del programa, que luego estudiará terapia ocupacional. “Para mí es un honor, es bien bueno compartir con ellos y ser parte importante de su desarrollo. Ayudarlos, por ejemplo, en adquirir destrezas como subir escalones”, agregó Armando Muñoz, estudiante de segundo año del programa, quien aspira a crear un centro para esta población.
Mientras, Maribella Cintrón y Liz Yadira Medina Mestre viajan semanalmente desde Las Piedras para llevar a sus hijos a este laboratorio. “Lamentablemente, en el área este no hay servicios para niños con necesidades especiales”, deploró Cintrón. “Uno sale cansado, pero motivado”, indicó, por su parte, Medina Mestre. Jenilys Vázquez Rivera, asistente de terapia física, explicó que muchas veces a los padres de esta población no se les orienta sobre los servicios disponibles. Por eso, dijo, esta práctica docente, donde también se les ofrecen charlas educativas a los padres, juega un papel bien importante.
Mensualmente, mientras tanto, siguen llegando madres y padres de niños y jóvenes con necesidades especiales al taller para solicitar los servicios. “Es una experiencia diferente a lo que había experimentado. Aparte de la interacción social, es importante que se muevan en alguna actividad, no estar sedentarios. Ver cómo la juventud tiene este taller es bien gratificante”, concluyó Mariem Marcial, madre de un adolescente con necesidades especiales, que llegó al programa esta semana tras enterarse a través de las redes sociales.
Fuente: elnuevodia.com / 11 marzo de 2022