Enfocada en la tarea que tenía frente a sí, Mariyosi Domínguez no derramó ni una sola gota del jugo de china que cuidadosamente vertía en vasos plásticos. A su alrededor, tres compañeros de clases se turnaban para tomar los vasos y pasarlos a Mailide Rodríguez Duncan, quien desde el mostrador los entregaba a los visitantes.
La repartición de refrigerios y meriendas, bajo la supervisión de varias maestras, fluyó sin contratiempos en la inauguración de la cafetería “Delicias de mis manos” en la Escuela Especial Ludovico Costoso de Bayamón, un plantel cuya matrícula total está matriculada en el programa de Educación Especial.
“Creamos esta cafetería con el deseo de que los estudiantes pudieran desarrollar destrezas para tener un empleo”, explicó la directora escolar Jessica Santiago.
El sueño de la directora escolar comenzó en 2017, pero se vio interrumpido por el paso del huracán María. Este año, finalmente, se hizo realidad a través de un aliado poco convencional: un adolescente de Caguas de 17 años.
Alejandro José Rivera Morales, estudiante de duodécimo grado del Colegio Católico Notre Dame, recibió una llamada hace unos meses de una amiga de su familia, quien le relató el interés de la escuela de crear un espacio para que los estudiantes practicaran destrezas de vida independiente. El joven ya había realizado trabajo voluntario en otras dos escuelas como parte de la labor de su tropa 1167 de Niños Escuchas, así que dijo que sí y llegó en junio a la Ludovico Costoso.
Consiguió que empresas e individuos le donaran los materiales de construcción. La mano de obra la pusieron él, su familia y sus compañeros de los Niños Escuchas. En unas semanas, la estructura de madera estaba en pie.
“A veces era difícil. Pero me disfruté cada sonrisa en los pasillos, cada saludo, cuando iba a los salones a buscar una escalera los estudiantes se emocionaban cuando me veían”, narró Alejandro, quien no contuvo las lágrimas en medio del reconocimiento que le dio la comunidad escolar durante la inauguración de la cafetería.
La directora escolar relató que es común en la escuela recibir visitas de entidades que indagan cómo pueden ayudar, pero la mayoría de las veces todo se queda en promesas vacías.
“Cuando Alejandro llegó con su papá, yo sabía que no iba a quedar en nada porque él iba a hacer de nuestro sueño el suyo”, sostuvo Santiago.
La escuela Ludovico Costoso tiene una matrícula de 87 estudiantes entre 3 y 21 años ubicados en salones de Educación Especial a tiempo completo. Cuenta con 21 maestros, entre ellos de Bellas Artes y Educación Física Adaptada, y ofrecen talleres de lavado de autos, empaque y cocina.
El nuevo espacio, ubicado a pasos de la cancha y el comedor escolar, servirá de laboratorio de práctica para los estudiantes, indicó el secretario asociado de Educación Especial, Eliezer Ramos Parés.
Unos 15 estudiantes entre 16 y 21 años se harán cargo de la cafetería, en la cual podrán fortalecer sus destrezas de comunicación, trabajo en equipo y toma de decisiones, así como aprender el valor del dinero y cómo atender público, indicó la directora escolar.
“Todos los años, el sistema escolar egresa entre 300 y 500 estudiantes como los que están en esta escuela y salen del sistema sin una oportunidad como la que tú (Alejandro) le estás dando. Salen para ir a sus casas y sus padres se preguntan qué van a hacer”, expresó Ramos Parés al narrar los retos que enfrentan los adultos con impedimentos moderados o severos que salen del sistema educativo a los 21 años.
“Este proyecto representa una oportunidad real para muchos jóvenes que cuando salen de aquí se enfrentan a un mundo no controlado, con ruidos, sonidos, y colores, y no tener la preparación los expone a malas experiencias. Aquí ahora se pueden usar estrategias pedagógicas, tomando en cuenta las dificultades y fortalezas de los jóvenes”, añadió el secretario asociado.
Fuente: elnuevodia.com / 22 de septiembre de 2019