Aunque es campeona internacional de bodyboarding, está posicionada entre las mejores diez atletas del mundo en esta disciplina y es la responsable de colocar el nombre de Puerto Rico en las listas globales, el simple hecho de ser mujer le ha añadido dificultades a Luz Marie “Loly” Grande a la hora de continuar su ascenso en el deporte.
Demás está decir que estos obstáculos no son enfrentados por los hombres con la misma frecuencia, pues de acuerdo a la atleta, las mujeres deben lidiar con retos de lenguaje, la sexualización de su imagen y la ignorancia a los llamados “códigos en el agua” por parte de los practicantes masculinos.
“Hay un código en el agua que es si llegamos al pico primero, pues la ola es nuestra. No se nos pueden tirar al frente de la ola porque nos daña la ola y no podemos hacer maniobras y desarrollarnos. Cuando yo estaba empezando, me hacían eso y empezaban a mirar atrás viendo que estaba yo y riéndose al decir que esto es para nenes, no es para mujeres”, explicó Grande.
En síntesis, el bodyboarding es el deporte mediante el cual atletas se deslizan sobre la superficie o pared de la ola con una tabla. El pico es la zona donde las olas empiezan a romper. Parte del código también es que si alguien ha esperado por más tiempo, esa persona tiene prioridad en la próxima ola.
“Loly” Grande ha sido una de las mujeres que más ha abogado por la igualdad de género en el deporte, especialmente en el bodyboarding, disciplina en la que se ha destacado profesionalmente por más de 17 años.
La campeona internacional reconoció que estos “roces” y comentarios de los hombres le dieron una razón adicional para probarse dentro y fuera del agua, no obstante, recalcó que el éxito en el bodyboarding no reside en el género del atleta, sino en quien dedique más tiempo a su práctica y quien cuente con la mayor pasión.
“Otro de los retos que las mujeres enfrentamos en este deporte es el reto del lenguaje. Muchas veces cuando uno hace un truco bueno, de buena apreciación deportiva, que a la gente en la orilla le gusta o a los propios jueces les gusta, suelen decir ‘eso te quedó como hombre. Muy bien, con fuerza, radical’. Como que wow, yo soy una mujer e hice esto, no tiene que ver que lo hice como hombre”, señaló Grande.
La bodyboarder profesional recordó que en una ocasión se atrevió a surfear una ola de unos 15 pies, cosa que nadie más en la playa intentó. En la orilla, en cambio, los espectadores se preguntaban “quién es ese” y no creían que se trataba de una mujer.
“Es como que no vinculan que pueden haber mujeres en el agua estos días. Ese choque de lenguaje nosotros nos topamos con eso muy radical, muy triste. También vice versa, si hay un hombre que está haciendo un truco incorrecto o no se atreve a meterse en la playa cuando el oleaje está fuerte, porque está con mucha corriente o tamaño, se atreven a decir que ‘ay mira esta nenita’, despectivo a la mujer. Eso es una violencia directamente, no hay porqué vincularnos con la debilidad y lo pobre”, argumentó.
Como es un deporte acuático, la vestimenta adecuada para practicarlo —tanto para hombres como mujeres— es un traje de baño. No obstante, solo las mujeres perciben la sexualización de sus cuerpos y los tiros de cámara que enfocan su figura en lugar de sus maniobras en el agua.
“En los medios de comunicación no tenemos casi exposición demostrando nuestro talento en el deporte, nuestra exposición es frecuentemente sexualizada, lo cual nos minimiza y nos invisibiliza, porque no se conoce el trabajo que se está haciendo. Muchas veces explotan la figura de la mujer. Prefieren colocar fotos sexualizándonos en vez de ponernos haciendo unos buenos trucos. En vez de unas maniobras radicales ponen las piernas, el cuerpo, cosas que en realidad desvían la noticia que promueva el deporte”, contó Grande.
La brecha salarial dificulta el desarrollo
El problema no es solo a nivel local, puesto que todas las mujeres en este deporte se han enfrentado a algún tipo de injusticia debido a su género. Además de los aspectos de lenguaje, la imagen y la violación de los códigos en el agua, la diferencia más notable surge en el ámbito económico.
A finales del 2018, luego de su Serie Mundial, la Asociación de Bodyboarding Profesional (APB) publicó su tabla de posiciones en la cual quedó demostrado este discrimen. El primer lugar en la rama masculina cargó con $12,700, mientras que la mujer que se agenció la primera posición salió con $7,000, pese a que participó en más eventos que el hombre.
Las diferencias son más notables si se evalúa el total de dinero recibido en sus carreras profesionales, elemento que también aparece en la lista: $70,100 para el hombre versus $26,695 para la mujer. Si bien deben considerarse otros factores, como el tiempo de carrera de cada uno y la cantidad de eventos en que participaron, no se debe perder de vista que para fines prácticos se trata de dos personas que se proclamaron campeones en el mismo evento.
Según la lista, Grande contó con $1,000 al ocupar el octavo lugar, mientras que su equivalente en la rama masculina cargó con $4,050.
Esta diferencia en ingresos surge en la mayoría de los premios en las competencias profesionales. En estas competencias, un primer lugar en la rama masculina podría consistir de $10,000, mientras que el premio de la rama femenina ronda los $3,000.
“Esta disparidad nos afecta muchísimo porque la atleta femenina se desmotiva, se frustra, se tiene que dedicar a hacer otras cosas para poder subsistir. No puede dedicarse de lleno a practicar el deporte, por lo cual su rendimiento también baja. Cuando vaya a practicar y hacer unas maniobras radicales para que llame la atención para sus auspiciadores o para sí misma, porque uno como atleta quiere siempre estar mejorando en el deporte, pues no lo puede lograr porque no le está invirtiendo el tiempo y la dedicación que le tiene que invertir ya que se tiene que dedicar también a otras cosas”, explicó Grande.
Grande añadió que a veces los organizadores de competencias internacionales fomentan que las mujeres se tiren al agua bajo las peores condiciones del mar y el tiempo, por la simple razón de cumplir con el ofrecimiento de una categoría de mujeres o no perjudicar los eventos de los hombres. En otras instancias, y ante su inhabilidad de ofrecerle el mismo premio a ambos géneros, los organizadores del evento optan por cancelar la competencia en la rama femenina. Así, también, evitan los cuestionamientos sobre la disparidad en el premio.
Grande subrayó que tanto hombres como mujeres deben ser tratados de la misma manera ya que ambos utilizan el mismo equipo para practicar el bodyboarding y corren los mismos peligros en el agua, ya sea de dificultades con olas, piedras o animales.
El tipo de gastos en los que incurren también suponen similares: gasolina, peajes, alimentación, viajes, hospedajes y el equipo que utilizan como trajes de baño, tablas, protectores solares, ‘leash’ (cuerda) y chapaletas, aunque en ocasiones la ropa para mujeres es más costosa.
Fuente: noticel.com / 6 de mayo de 2019