Carlos Torres, propietario de la Zapatería Celet, en Bayamón, honra su oficio con la creación de piezas artesanales.
“Herencia familiar, tradición y mi propio camino”, así describe su vocación y trabajo como artesano zapatero, Carlos Torres, propietario de Zapatería Celet en Bayamón.
El trabajo de Carlos es diferente al comercio tradicional, ya que en su tienda él confecciona una variedad de estilos de sandalias para damas y, además, hace trabajos a la medida.
“Aquí, una persona viene con un problema de pie ancho o delgado o requiere de una elevación, por tener una pierna más larga, yo le resuelvo con mi trabajo artesanal y especializado”, destacó Carlos, quien, también hace reparaciones, por lo que ha podido desde salvar un par de zapatos, a los que a lo mejor ya no le veían remedio, como restaurar aquellos que traen hermosos recuerdos.
Aunque, con el correr del tiempo, Carlos ha visto la evolución de este oficio que actualmente está casi extinto.
“En la época de mi papá se trabajaba más el zapato de más calidad. Hoy, ha ocurrido una evolución, por la que el zapatero tiene hasta que aprender a trabajar con el zapato plástico. Además, vivimos en una época en la que por el consumismo, muchas personas no reparan. Más siempre están los que se enamoran, como una señora que se enamoró de unos zapatos y lo más que me gustó fue que me las compró a mí y me las trajo a pegar. Y cuando yo veo que las abraza, me emocionó, porque ella aprecia sus sandalias, pero me las compró a mí, hechas por mí. Esa experiencia me hizo vivir esa parte tan bonita de la zapatería, arte que se trata de un sentimiento envuelto en un servicio. Yo lo pongo así”, contó.
Carlos comenzó a dejar su huella en esta carrera desde muy niño.
“Yo nací en la cuna de un zapatero, en Barranquitas. Mi papá nos crio con la zapatería en una época difícil en la que no existían las ayudas, había que trabajar”, describió Carlos, uno de 11 hermanos, que aprendió el oficio de su progenitor, también zapatero por más de 50 años, don Marino Torres Torres.
“Desde los ocho años de edad trabajé como limpiabotas. Y a los doce, no quise estudiar más y era una época muy difícil. Por lo que papi me dijo o te vas para la escuela o te vienes a trabajar conmigo. Y como eso era lo que yo quería, aprendí el oficio de zapatería, de cómo hacer sandalias”, exclamó, quien tras varios años compró el negocio de su papá a uno de sus hermanos.
En el 1995 cerró la tienda de Barranquitas y decidió dedicarse a trabajar su oficio de manera artesanal. Pero, en el 2008, una enfermedad lo llevó a migrar a los Estados Unidos donde, curiosamente, trabajó en la cocina. “Trabajé en restaurante y aprendí a hacer alcapurrias en Nueva York”, confesó.
Más regresó a la Isla por una situación personal. “Mi hija se puso malita y regresé a Puerto Rico a chequearla”.
“Yo dije que me había retirado de esto (zapatería) y dije que iba a terminar cocina. Así que me puse a estudiar cocina internacional y, de hecho, ahí (en la pared) hay un título que dice que soy chef. Pero, pues, no surgió la oportunidad y luego me acordé que yo era zapatero”, quien
En su actual negocio vende sandalias y correas en una variedad de estilos y colores y son las mujeres sus más fieles clientes.
“La mujer siempre valora más el trabajo y el mercado lo mueven las mujeres”, estableció quien, como artesano, cuida la calidad de su trabajo.
Finalmente, Carlos destacó que hace solo su trabajo y espera que alguno de sus hijos varones adquiera su legado familiar.
“Estoy solo aquí, ahora, porque mis hijos están estudiando, y espero que cuando terminen sus estudios les guste, pero ellos son de otra época”, exclamó el padre de Carla, Mariam, quienes residen en los Estados Unidos, y de Carlos Enrique y Luis Enrique, sus dos hijos menores, que lo inspiraron para darle el nombre a su establecimiento. “También, es porque lo asocio con un producto selecto, exclusivo y que no es común, no está donde quiera”, añadió.
“Ellos vienen y me ayudan mucho. A veces, me cubren un rato y atienden a los clientes. Y a la gente les agradan más que yo y siempre me siento orgulloso cuando los clientes me lo dicen. Ellos son muy bien educados y son buenos muchachos”, concluyó Carlos.
Para conocer más acerca de su trabajo puede acceder a Facebook @zapateriacelet.