Un programa del Conservatorio de Música impulsa la enseñanza musical como un instrumento de transformación social.
Sentados con la espalda derechita en el borde de sus sillas, una docena de pequeñines de 5 a 7 años sostenían firmemente sus violines, violas y violonchelos. Al comando de la profesora Andrea Alfonso comenzaron a tocar los primeros acordes de la canción seleccionada.
“Los pollitos dicen, pío, pío, pío…”
En un salón cercano, cinco niñas tocaban tambores de bomba al compás que marcaba su maestra. Al lado, la orquesta de cuerdas A, compuesta por principiantes de escuela elemental, practicaba una melodía mientras la profesora Sandra Rodríguez le contaba que se trataba de una composición africana y no una de raíces europeas, como se quería hacer pensar a la gente hace décadas.
“Me gusta la música, me gusta tocar el violín. Es divertido”, soltó Daniela Alejandra Vázquez Tirado, de 8 años.
En la antigua escuela Arturo Somohano se vive la música todas las tardes, cual si fuera un homenaje diario a la vida del compositor y director de orquesta sanjuanero. El Departamento de Educación cerró el plantel en el 2014, pero el Municipio de San Juan se hizo cargo de él y lo puso a disposición del Conservatorio de Música de Puerto Rico para desde allí servir a cientos de niños a través del programa Música 100 x 35.
Este proyecto, que nació en el 2010, fue creado con la intención de llevar la música a niños de escasos recursos económicos, quienes, de otra manera, probablemente no tendrían acceso al aprendizaje del arte, explicó la directora de Música 100 x 35, Helen González.
“Música 100 x 35 es un sistema de orquestas y coros juveniles e infantiles, con la misión de promover el rescate social a través de la música, a través de los instrumentos de una orquesta sinfónica. El proyecto trabaja fuera de horario escolar y atendemos a estudiantes de 4 a 18 años”, expresó la directora del proyecto.
Toma como punto de partida el proyecto social, cultural y artístico venezolano conocido como El Sistema, mediante el cual se promueve la masificación de la enseñanza musical como un instrumento de cambio social, apuntó González.
Sobre el objetivo de ese proyecto, el creador de El Sistema, José Antonio Abreu, ha dicho que “si pones un violín en las manos de un niño, ese niño nunca empuñará una pistola”.
La Arturo Somohano es el hogar del núcleo de San Juan de Música 100 x 35. Pero el proyecto también tiene presencia en Cataño, Bayamón, Guayama, Loíza, Aguas Buenas y Guaynabo, así como acuerdos con la Rama Judicial para atender a jóvenes en programas de desvío y proyectos especiales con el Hogar Niñito Jesús en Cupey, Casa Cuna en San Juan y el Hogar CSA de Aguas Buenas.
Los primeros grupos se desarrollaron en San Juan, Cataño, Bayamón y Guayama luego que, a través de un estudio realizado en 2010, el Conservatorio de Música detectara que eran lugares donde coincidía la alta incidencia criminal con una alta tasa de deserción escolar. En 2015, un 96% de los padres de los estudiantes participantes aseguraron que habíauna mejoría en el desempeño académico de sus hijos, detalló González.
Desde su creación, Música 100 x 35 ha atendido a más de 3,000 estudiantes. Este año escolar, atiende a unos 800 alumnos.
Los instructores son músicos de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, profesores o estudiantes de nivel graduado del Conservatorio de Música, detalló la coordinadora del programa en San Juan, Daniela Santos.
El objetivo no necesariamente es que todos se conviertan en músicos profesionales.
“Lo que queremos es transformar vidas a través de estas oportunidades, darles las destrezas que necesitan para salir adelante en la vida no importa su rumbo profesional”, señaló Santos.