Puerto Rico podría formar parte de la historia si alguno de los investigadores locales es seleccionado para participar en los estudios clínicos que buscan encontrar una vacuna contra el COVID-19.
La isla ya avanzó un escalón, con la invitación, tanto del Instituto Nacional de la Salud (NIH, en inglés) como de una de las empresas que lideran parte de estos esfuerzos, a investigadores locales reconocidos por su colaboración en estudios previos de otras vacunas.
“Recibimos una invitación (del NIH) para ver si estábamos interesados en (participar de los estudios de) la vacuna de (la compañía) Moderna”, dijo la doctora Carmen Zorrilla, decana interina de investigación del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
La investigadora, reconocida por haber liderado el estudio que logró eliminar la transmisión del VIH de madre a hijo con el medicamento AZT (Zidovudina), advirtió que la invitación vino del NIH, y hay interés y deseo de participar.
“Estamos en conversaciones, llenando documentos para convertirnos en uno de los ‘sites’ (localidades para probar la vacuna)”, indicó, al explicar que el estudio incluirá a 20,000 participantes en Estados Unidos, y 25% de ellos deben ser personas mayores de 65 años.
Precisó que, de lograrse un acuerdo, reclutarían a personas de 18 años o más que sean negativos a COVID-19. El estudio, abundó, busca comprobar si la vacuna protege del virus a los participantes.
“Tengo mucho interés (en participar). Tenemos la capacidad, la estructura y el personal. Estamos todos listos (para comenzar)”, expresó. Resaltó que, tras llenar los documentos que exige, el NIH evalúa y determina qué lugares participarán del estudio.
Zorrilla anunció que, además de ella, el infectólogo Jorge Santana fue invitado a participar de la investigación. “Nos hicieron el ‘survey’ (encuesta). (De ser seleccionados), vamos a trabajar juntos. Ya hemos trabajado antes en otras vacunas”, comentó.
Según la investigadora, un estudio de eficacia de una vacuna puede demorar unos seis meses, como mínimo.
La compañía de biotecnología Moderna y el NIH anunciaron que un estudio que comenzaron en marzo ha logrado la producción de anticuerpos neutralizantes contra el COVID-19 capaces de bloquear el virus.
A través de novedosa tecnología, la compañía empleó el ARN o ácido que transporta la información genética para que el organismo que la reciba produzca la misma proteína presente en el virus. Cuando el sistema inmune de la persona la reconoce, diseña un mecanismo para atacarla.
En la primera etapa del análisis clínico, participaron 45 personas, de 18 a 55 años, quienes recibieron dos dosis, con 28 días de diferencia entre una y la otra.
A principios de mes, la compañía recibió permiso de la Administración federal de Drogas y Alimentos (FDA, en inglés) para empezar la segunda fase del estudio. La meta de la empresa es que, en julio, puedan comenzar la tercera fase, con la expectativa de que el producto final esté disponible a principios del 2021 si las mediciones de seguridad y eficacia siguen siendo positivas.
“Los estudios publicados dicen que la vacuna induce anticuerpos, pero no sabes si son neutralizantes. Tendrías que esperar que (la persona) se exponga (al virus)”, enfatizó Zorrilla.
El doctor Javier Morales, director de Clinical Research de Puerto Rico, manifestó que también ha recibido acercamientos para participar de estudios clínicos de vacunas contra el COVID-19, aunque no especificó cuáles, debido a cláusulas de confidencialidad que se lo impiden. El infectólogo dijo que las compañías Pfizer, Johnson & Johnson y Moderna son algunas de las que lideran estos esfuerzos, con conceptos distintos.
Explicó que, en la primera fase de estudio de cualquier vacuna, se mide a un grupo pequeño de participantes para validar la toxicidad, efectos secundarios y dosis del producto. “La única forma de saber si funciona o no es probándola en un sitio con esa enfermedad”, sostuvo.
Agregó que, en la segunda y tercera fase de estos análisis, algunos participantes reciben la vacuna que se estudia y otros, solo un placebo para poder comparar los resultados del producto. “Probar quién se contamina y quién no toma meses. Por eso, las vacunas tardan en salir al mercado”, indicó Morales, al advertir que las técnicas de producción de las vacunas varían, desde el virus atenuado, el virus inactivo y de ingeniería genética, entre otras.
Morales coincidió en la importancia de que Puerto Rico esté presente en los estudios de las vacunas contra el COVID-19. “Es importante que Puerto Rico esté en todos los estudios posibles a nivel mundial. Aquí se hace buena investigación y buenos estudios clínicos. Hay una carrera desmedida para lograr esta vacuna (contra el COVID-19). Ojalá y Puerto Rico, no importa quién sea (el investigador), entre”, puntualizó.
Fuente: El Nuevo Día / 24 de mayo 2020