Javier Báez, quien tiene la habilidad de hacer las cosas de manera dramática e inusual en el terreno de juego, protagonizó uno de los cuadrangulares más extraños que verás en un juego de béisbol. Primero, porque varios lanzamientos antes, el segunda base de los Cachorros de Chicago la bateó y se dio en la pierna. Eso provocó una dolencia tan fuerte, que estuvo claramente cojo e incómodo. Después de eso, conectó un lanzamiento de Luis Severino de los Yankees de Nueva York y el batazo pareció que era un elevado al jardín izquierdo, pero los vientos del Wrigley Field guiaron esa pelota a las gradas.
Otra razón por la que el jonrón fue extraño es porque el jardinero izquierdo de los Yankees Aaron Hicks no vio la pelota en el cielo de atardecer en Chicago. Levantó sus manos como muestra de que no la veía. Eso creó confusión entre los fanáticos y en la transmisión televisiva de la cadena ESPN. Al final del día, no importó, porque terminó en las gradas. En ese momento, los Cachorros empataron el partido, 1-1, en la tercera entrada. Los Yankees eventualmente vencieron a los Cachorros, 5-4, en 18 entradas.
El batazo de Báez se fue de cuadrangular a pesar de que el lanzamiento le había atado las manos. El puertorriqueño usó su fuerza para convertir un contacto regular en un cuadrangular. Al conectar, el batazo del boricua salió en 104.5 millas por hora en un ángulo de 39 grados. La pelota alcanzó una altura máximo de 143 pies y viajó 358 pies a las gradas del jardín izquierdo.
Fuente: Metro / 8 de mayo de 2017