El joven bayamonés ha construido una exitosa carrera como muralista y tatuador en la ciudad de Orlando, donde trabaja principalmente para exponentes del género urbano, cantantes y deportistas Gilberto “Tito” Aguayo, natural de Bayamón, es conocido en Orlando por ser el artista plástico de los artistas. Ha pintado murales para exponentes del género urbano como Luian, Jory Boy, le ha arreglado tatuajes a Melina León, Arcángel y Anónimos, y ha marcado el cuerpo de atletas y conocidos baloncelistas, como Aaron Gordon, de los Magic de Orlando.
Un día está en su pequeño estudio en Orlando, otro en la residencia de algún famoso que le pide algún mural y otras veces está viajando a Centroamérica, a alguna isla del Caribe o algún otro estado de Estados Unidos plasmando su legado con pigmentos variados.
Su trabajo impresiona, aunque en persona Tito es un tipo sencillo. “Aprendí esto solo. No estudié arte, más allá de las clases que daban en la escuela”, contó el hombre de 34 años y quien apenas tenía 13 años cuando empezó a inclinarse hacia la disciplina de interpretar lo real o lo imaginado con recursos plásticos.
A los 15 años, cuando se mudó a Orlando, junto a sus padres, empezó a laborar en la empresa de acondicionadores de aire de la familia. Pero la fuerza gravitacional del arte lo haló con tal fuerza que lo dejó todo y se dedicó en cuerpo y alma principalmente a la técnica del “air brush”. Cuando en 2006 una crisis económica golpeó el estado de la Florida, Tito hizo una transición y apostó al arte del tatuaje. Había muchos clientes en ese renglón y era la actividad que le generaba ingresos. A fin de cuentas, seguía pintando con la diferencia de que el lienzo era la piel de alguien.
Cuando de tatuajes se trata, Tito tiene su manual ético: solo trabaja en el torso y las extreminades, es decir, brazos y piernas. No trabaja en ninguna otra parte del cuerpo, aunque narró que el trabajo más inusual que ha hecho fue cuando un cliente le pidió que le tatuara la imagen de una cobra en el cachete. “Recuerdo que le pregunté varias veces antes de hacerlo pues este arte en la piel se queda para siempre”, contó.
Cuando las cosas mejoraron y la economía floridiana retomó su ritmo positivo, volvieron a aparecer los clientes que le pedían murales en sus negocios o residencias, sin jamás abandonar el oficio de tatuar. Y se corrió la voz.
“Una vez me llamó la cantante Melina León para que le arreglara un tatuaje. Y he hecho trabajo para artistas, sobre todo urbanos, como Luian quien me pidió un mural en una pared de 20 pies de altura en su casa, en un cuarto de juegos. Ahí pinté algo relacionado con la película Toy Story y le agregué elementos de galaxias”, relató.
“Se fueron abriendo las puertas y hoy vivo de esto, de murales, cuadros y tatuajes”, dijo el artista.
En el tema de los tatuajes, Tito se vale de la tecnología para garantizar la satisfacción del cliente. Antes de marcar la piel, toma una foto del lugar en la que el cliente quiere la imagen, y utilizando unaiPad prepara un modelo de cómo lucirá el trabajo. “Así, el cliente sabe cómo quedará el tatuaje y va a la segura”, explicó.
“A todos mis trabajos les pongo ganas y corazón. Lo importante de un trabajo es que te guste lo que haces”, afirmó.
Hizo una pausa y llamó a José Maldonado, un boricua de Aibonito que esperaba calladamente su turno para agregarle otro tatuaje a su brazo izquierdo. Allí, llevaba otros tatuajes relacionados con el mar: un tiburón, una medusa y el dios Poseidón, entre otros.
Ese día, le pidió a Tito que le tatuara el esqueleto de una piraña en su muñeca. Se sentó en la silla reclinable y entregó su brazo al artista. Tito se acercó como el médico al quirófano. Primero, colocó sobre la muñeca un dibujo preliminar con el trazo seleccionado. Luego que examinó la imagen y que José estuvo satisfecho, sacó una pequeña máquina con una pequeña aguja en su extremo y comenzó a inyectar la tinta. El trabajo tomaría un buen rato. “¿Ves que no duele?”, dijo José para luego recostarse, mientras Tito se elevaba en un viaje artístico.
Fuente: elnuevodia.com / 16 de septiembre de 2019
Editado.