En un pequeño vaso, en una antigua barra, en una gran ciudad, han vertido oro líquido. Las pruebas de su calidad son rigurosas. Al pasearlo por los rincones de su recipiente, diminutas gotas que bajan con rapidez, quedan marcadas como evidencia de su edad de sabio. Cuando los olores a canela, clavo y anís estrellado alcanzan las fosas nasales, ya es bien sabido que el líquido solo pudo ser creado por las manos del más excelso alquimista. No hace falta que las primeras gotas acaricien con breve fulgor las papilas gustativas para confirmar que se trata del mismo elíxir de la vida.
Los sabores del Ron del Barrilito tienen ese efecto. Es una experiencia que sonsaca a los más primitivos sentidos y los eleva a la gloria que solo podía ser imaginada por los grandes poetas griegos: es como si fuera el heredero secreto de la ambrosía de los dioses.
Con cuatro rones añejos bajo su marca principal —2 estrellas, 3 estrellas, 4 estrellas y 5 estrellas—, Ron del Barrilito es un producto bien establecido en Puerto Rico que continúa aumentando su presencia en la cultura gastronómica y coctelera de la isla.
Pero es solo de la ambición que salen las mejores historias de éxito (y a veces las de fracaso). Y es que Ron del Barrilito quiere expandir su presencia a nivel mundial. Las metas, como todas, se han trazado a corto, mediano y largo plazo. La primera parada de esta conquista ha sido la inigualable Gran Manzana. La Ciudad de Nueva York (NYC, en inglés) puede ser un sitio cruel, castigador e imperdonable, pero las manos mágicas detrás del ron añejo más antiguo de Puerto Rico no le temen al fracaso.
Como parte de esta gira introductoria a los mercados de Estados Unidos, se organizó una cata privada para una serie de profesionales y personalidades de la escena gastronómica y de barras de la ciudad. El evento fue capitaneado por dos grandes potencias en el mundo de la llamada “mixología”.
A Génesis Cruz, una de las expertas en coctelería más reconocidas en NYC y quien ha trabajado en algunas de las barras más prestigiosas de la zona, no le gusta esa palabra. Ella es, simple y sencillamente, una bartender.
“Al final del día todos somos bartenders y es porque nos encanta servirle a la gente y dar un trago riquísimo para que lo disfruten”, dice.
Génesis, de ascendencia puertorriqueña, es una de las encargadas de presentar los productos de Barrilito en este evento. Comenzó en la industria, como muchos, desde abajo y fue abriéndose camino hasta estar a cargo de barras como el famoso pub irlandés “The Dead Rabbit”. Es una joven alta, de cabello negro y voz dulce. Tiene el acento que tienen las personas que hablan español, pero llevan mucho tiempo aquí. En julio cumple 30 años.
“El título que tengas no va a impactar la calidad que tú vas a tener en la experiencia”, continúa.
Con ella coincide Timmy Ortega. Ortega es embajador de Barrilito basado en la isla y también ha tenido una carrera destacada. Está picando en los 40 —su barba canosa lo delata— y es conversador y simpático. Como experto principal de la marca, él guía la parte de la cata con la misma seguridad y eficiencia que lo ha hecho incontables veces.
El evento fue llevado a cabo en una de las barras históricas más importantes de Nueva York. El Fraunces Tavern fue construido en 1719 como un elegante hogar para una familia de la zona. En 1762, Samuel Fraunces la compró y convirtió en una de las tabernas más importantes de la época. Tanto así, que el primer presidente y líder revolucionario de Estados Unidos, George Washington, dio un importante discurso entre sus paredes.
El lugar es rústico y maderoso, pero preserva una nobleza que inspira respeto. Es el lugar perfecto para probar un ron añejo que comparte algunos, si no todos, esos elementos.
Para esta prueba, solo se incluyeron las versiones de 2, 3 y 5 estrellas del ron. La cata comienza en el número más bajo, mientras Timmy va explicando el paladar de sabores y sus complejidades. El Barrilito 2 estrellas “pica” un poco más, pues su tiempo de añejamiento es sustancialmente menor al de sus hermanos mayores.
El sello de las 3 estrellas es un clásico que no falla. “If it ain’t broke, don’t fix it (si no está roto, no lo repares)” dice Timmy. Los presentes comienzan a compartir los distintos elementos que sus propios paladares pudieron captar y se muestran emocionados con la promesa del codiciado 5 estrellas.
El ron mayor es tan suave que podría confundirse con un vaso de agua, hasta que las especias y las frutas comienzan a aparecer como por magia en la boca. Timmy se muestra satisfecho al ver los rostros de sus estudiantes de esta noche, sabe que les ha abierto la mente a un mundo de posibilidades.
“No te quedes estancado simplemente por estar detrás de la barra. Sigue educándote. Sigue aprendiendo. Escucha a tus clientes. Tú puedes ser el mejor bartender del mundo, pero si yo me siento en tu barra y te digo ‘yo no bebo’, te acabo de quitar tu superpoder. Dicen que nosotros los bartenders somos psiquiatras, psicólogos temporalmente; somos de todo y en parte es verdad. El estar detrás de la barra y no saber a quién me voy a encontrar, de dónde viene, de dónde es, cuál es su historia. Y mientras están en mi barrio, en mi presencia, mientras yo estoy preparando un cóctel, puedo conocerlos, puedo conocerme a mí y, quién sabe, quizás en unas horitas, el bartender siempre va a ser amigo tuyo”, dice Timmy sobre la experiencia de trabajar en esta industria y tener éxito.
Durante la segunda parte de la experiencia, Génesis provee las instrucciones, paso a paso, para que todos los presentes mezclen su propio “old fashioned”, sustituyendo whisky con Ron del Barrilito 3 estrellas. El resultado, como es de esperar, es una mezcla suave y sabrosa que demuestra a la perfección las capacidades y la versatilidad de un producto que fue originalmente creado con la única intención de ser un buen ron.
Fuente: El Nuevo Día / 17 de abril 2023